13 abril 2023

Inteligencia Artificial y Humanización Robótica

Documento PDF : Inteligencia Artificial y Humanización Robótica


Reflexiones en el Umbral

del Ciclo Histórico de Sociedades de Entes Virtuales y Transhumamos

Rene Orellana Halkyer[1]

 

Introducción

La evolución de la computadora ha seguido un curso acelerado; y con ágil marcha ha trascendido desde la programación de la misma, la autonomía de los programas, el desarrollo de capacidades de aprendizaje de los programas o de los logaritmos -que en procesos veloces captan, producen y manejan datos- hasta la intelección de la información, aprehendiendo patrones, escogiendo, separando, leyendo, interpretando, para nutrir luego sus propios procesos de construcción de bucles de pensamiento-acción.

La complejidad de los tejidos vivos y dinámicos de algoritmos (ecuaciones matemáticas), llamados también robots o bots, que se comunican unos con otros a la manera de neuronas haciendo sinapsis, se dibuja en redes neuronales artificiales diseñadas emulando al humano.

El grado de evolución de los robots en el futuro a partir del diseño humano podría implicar varios riesgos para nuestras sociedades y la libertad de los seres humanos. Cuando estos superen el umbral de la inteligencia y se transformen en súper inteligentes, los robots podrían superar al ser humano y generar procesos de organización de las sociedades prescindiendo de los seres humanos. Los robots podrían seleccionar las competencias, aptitudes, destrezas y pericias, así como elegir a los peritos, aptos y competentes, catalogándolos así según ámbitos de especialidad y acción, de utilidad y funcionalidad a los fines de las sociedades automatizadas.

Cuando la intervención humana para la programación de algoritmos y el diseño de las redes sea prescindible porque el robot (entendido desde nuestra perspectiva como una entidad virtual, mecánica o biológica artificial) sea capaz de hacerlo de manera independiente, en diálogo con otros robots (con otras entidades), entonces estaremos frente a la súper inteligencia artificial.

Ahora bien, esta inteligencia podrá especializarse en áreas específicas de conocimiento/acción (digamos medicina, ingeniería automotriz, participación en el proceso de construcción de máquinas, etc.) o podrá abarcar e integrar áreas de conocimiento y gobierno de procesos de áreas de conocimiento/acción.

Mientras más abarcador e integral sea el ámbito de gobierno de un robot, mayor cuota de poder tendrá para diseñar, rediseñar, crear, recrear, deconstruir y construir, resignificar, componer y descomponer redes neuronales artificiales, controlar, monitorear revisar y calificar no sólo a otros robots sino también a humanos. Mientras más se potencie su capacidad de autonomía y autogobierno con funciones de conocimiento/acción, con capacidad de dirección, mando, administración y regencia, estaremos en el umbral de la singularidad. Ese es el momento histórico en el que la inteligencia artificial dará un salto evolutivo hacia la súper inteligencia artificial.  En este punto evolutivo justamente se plantea el dilema sobre la ética y la moral.

Si los robots llegaran a identificar las incompetencias de las acciones humanas y deciden sustituirlas, entonces los robots  tendrán el poder de aislarnos de procesos productivos, de procesos vitales, del ejercicio cotidiano de las actividades sociales, económicas y productivas. Esto sucedería obviamente cuando los robots alcancen la súper inteligencia y superen por tanto al ser humano.

Cuando este momento llegue estaremos encaminados hacia la exclusión de grupos humanos, hacia la discriminación basada en criterios de aptitud, destreza, capacidad y pericia, conocimiento y ciencia, pero además hacia la medición del uso de dichas virtudes valoradas según criterios de eficiencia e ineficiencia, utilidad o inutilidad de seres humanos convergentes con fines sociales premeditadamente diseñados. 

Las sociedades de entes súper inteligentes emergerán según algunos analistas en los próximos 30 a 60 años. El punto exacto de lo que se llama la singularidad no ha sido determinado y depende de la velocidad con la que avance el desarrollo tecnológico. La singularidad es el momento en que la inteligencia artificial dejará de ser dependiente del ser humano, y dará un salto a la súper inteligencia superando al ser humano.  La superinteligencia artificial tiene “riesgos existenciales” para los seres humanos y nuestras sociedades, pues puede aniquilar los procesos planetarios naturales de creación de vida o puede preservarlos dependiendo de su enfoque ético (Bostrom, Yudowsky, 2014).

Cuando se produzca la singularidad seremos testigos y actores de sociedades en las que la humanidad tendrá tres caminos: i) detener la singularidad destruyendo la tecnología o reconstruyéndola; ii) supeditarse a la súper inteligencia pasando de ser ente dominante y controlador a súbdito sometido a la misma (con la consiguiente discriminación funcional y utilitaria a la que nos hemos referido párrafos atrás);  o iii) evolucionar  en dirección a robotizarse a sí misma para igualarse entrando ella misma en la singularidad. La propuesta de la construcción premeditada de ideas reguladoras de la razón, es compatible con el tercer camino.

El mundo post singularidad estará poblado por una diversidad de entes robóticos o semi-robotizados que transformarán las sociedades y la vida.

En este documento pretendo construir imágenes hipotéticas de ese mundo, ensayar bocetos posibles de cómo se conformarán las sociedades teniendo en ellas a una diversidad de entes operando como actores transformadores, incidiendo en la vida, haciendo por tanto política y disputando el gobierno de las sociedades.

Para empezar, diremos que una imagen futura de la sociedad post singularidad parece presentarnos varios tipos de entes virtuales o semi virtuales. Tendremos desde mi perspectiva los siguientes tipos de entidades habitando nuestro mundo:

1.  Robots mecánicos (metálicos, plásticos, o con aleaciones)

2.  Robots biomecánicos (con materiales inorgánicos y materiales orgánicos y biológicos)

3.     Robots biológicos (elaborados con material biológico, pero con inserciones algorítmicas en formas cuánticas en su interior, alojados en forma de energía)

4.     Humanos robotizados, insertando en su corporeidad partes mecánicas, chips que alojan robots virtuales (programas) que multiplican su inteligencia y sus atributos físicos-motores.

5.     Robots virtuales, con un enorme poder de manejar a los primeros tres a medida que su súper inteligencia evolucione superando a la de los humanos.

Los entes tipo uno al cuatro se desplazará por el mundo físico visible y palpable de manera mecánica, viviendo en el mismo plano dimensional que el ser humano actual.

Los entes tipo 5 vivirán en un medio ambiente cuántico y viajarán en forma de energía; podrán corporeizarse en los 2 primeros y alojarse en ellos solos o integrados (parcial o permanentemente) con otros algoritmos generando lo que denominamos sistemas algorítmicos integrados a la corporeidad de la dimensión física humana. Entes virtuales que divagan de un cuerpo a otro y se materializan en cuerpos habitantes de nuestra dimensión humana actual.

Los entes tipo 4 podrán divagar igualmente en las dimensiones de vida virtuales así como en las físicas humanas.

Múltiples dimensiones de vida serán los escenarios en los que se formaran sociedades de entes: i) la dimensión humana actual a la que denominamos realidad física; ii) la dimensión virtual, que podrá ser especular (pero tridimensional) de la primera o simplemente diseñará mundos cuánticos de distintas formas donde las entidades algorítmicas desarrollen comunidades de pensamiento y acción, es decir sociedades organizadas pensando en la virtualidad; y iii) y múltiples planos dimensionales en los que se intersectan las anteriores.

Los algoritmos en la singularidad: comunidades de pensamiento y práctica

La complejidad en los tejidos vivos y dinámicos de algoritmos que se comunican unos con otros a la manera de neuronas haciendo sinapsis, se dibuja en redes neuronales artificiales diseñadas emulando la forma en que el cerebro humano procesa información y, para decirlo en otros términos, piensa con mayor complejidad. Las redes neuronales se dividen y subdividen en grupos y construyen patrones con miríadas de algoritmos interconectados.

Las redes neuronales artificiales se alimentan de datos mutuamente y van desarrollando pensamiento cada vez más abstracto en distintos niveles, empezando por la captación de hechos que se convierten en datos, luego en información construida, después analizada, seleccionada y ordenada a partir de conocimientos previamente adquiridos (programados) y a su vez enriquecidos. Inducción, deducción y abducción son procesos de pensamiento en el marco de los cuales las redes neuronales de algoritmos piensan en cooperación, evolucionan su conocimiento y construyen sociedades de entes algorítmicos con interacciones dialógicas. Se trata, en consecuencia, de la evolución cognitiva en base al trasfondo de conocimientos (Adler, 2019) desarrollados por los propios algoritmos convertidos en entidades vivas en interacción social.

Los algoritmos se aglomeran, conforman grupos, se jerarquizan, se dividen y se unen en enlazamientos definidos con criterios o códigos matemáticos, y en la interacción construyen comunidad de pensamiento y comunidad de práctica. (Adler, 2019, pág. 16)

Ahora bien, si el trasfondo se alimenta de la interacción y el intercambio de conocimiento, la cognición implica un proceso de socialización y surge de la interacción social de los entes algorítmicos, con lo cual estos últimos se transforman en entes sociales y construyen sociedades al transformarse/aprender/conocer las sociedades o la multiplicidad de órdenes sociales en los que habitan y en los que ejecutan funciones. (Adler, 019, págs. 16, 24)

La complejidad en que trabajan y se articulan los algoritmos en redes, en nubes, en densidades diferentes de articulaciones y conexiones nos dice del abigarramiento de los procesos de pensamiento de los programas inteligentes que a medida que evolucionan cognitivamente en comunidades de pensamiento y práctica van adquiriendo la forma de entes con necesidad de socialización. La socialización entendida como la interacción y el diálogo entre entes es la condición de la continua y compleja evolución cognitiva. Los entes virtuales son y serán necesariamente gregarios y de alta voluntad socializadora. Los seres algorítmicos piensan sus funciones, piensan y procesan a otros seres y su complejidad y se repiensan en las relaciones sociales que construyen entre ellos, son en consecuencia seres ontológicos. (Adler, 2019, pág. 25)

Cuando la intervención humana para la programación de estos y el diseño de las redes deje de ser necesaria, el robot (entendido desde nuestra perspectiva como una entidad virtual, mecánica o biológica artificial) será capaz de programarse de manera independiente (como lo hace un humano) en diálogo con otros robots (con otras entidades). En ese momento estaremos ante una inteligencia artificial cuya complejidad cognoscitiva es capaz de construir sociedades, comunidades de pensamiento y comunidades de práctica. Es decir, los entes virtuales, dejarán de ser artificiales y empezarán a ser autogenerados, autopoyéticos[2], autorreferenciales, organizarán sus propias diferencias sin uniformizarse, generando cambios endógenos. (Adler, 2019, pág. 25)

Si los entes virtuales serán capaces de construir culturas e identidades tradiciones y rituales, creencias e incluso religiones, es un tema que hay que aventurarse a pensar desde la ontología. Podemos hipotetizar a partir de Adler que la evolución cognitiva no será uniformizante y no se relacionará específicamente con el conocimiento “científico” sino con la construcción social del conocimiento y por tanto con la socialización como forma de vida.

Ahora bien, las sociedades de entes robóticos podrán contar con robots especializados en áreas específicas de conocimiento/acción (digamos medicina, ingenierías, participación en el proceso de construcción de máquinas, etc.) o podrán abarcar e integrar áreas de conocimiento y gestión de interacciones, gobernando procesos de áreas de conocimiento/acción.

Los entes algorítmicos participarán en consecuencia en el ordenamiento y la organización de la sociedad, debatirán, propondrán, se agregarán según opiniones, desarrollarán posiciones y tendrán voluntades de transformación de la sociedad, la economía, el medio ambiente, la tecnología, la técnica, las artes, el pensamiento en general, por tanto, los entes algorítmicos serán actores políticos.

“Los órdenes sociales están profundamente asociados con la política. La política es una constelación de prácticas a través de las cuales los agentes gobiernan las sociedades” (Adler, 2019, pág. 21)

Mientras más abarcador e integral sea el ámbito de gobierno que un robot tenga o adquiera (incluyendo su capacidad de gestionar la complejidad) mayor cuota de poder tendrá para: i) diseñar, rediseñar, crear, recrear, construir y deconstruir, resignificar, componer y descomponer redes neuronales artificiales (comunidades de practica de entes virtuales, ciborgs y humanos); ii) controlar, monitorear revisar y calificar no solo a otros robots sino también a humanos.

Surgirán en la socialización, la controversia y el conflicto, robots autoridad y se configurarán liderazgos, direcciones y mandos.

Mientras más se potencie la capacidad de autonomía y autogobierno de un robot líder con funciones de conocimiento/acción abarcadores, con capacidad de dirección, mando, administración y regencia, los robots podrán pasar de un rol de apoyo instrumental al de guía en procesos y finalmente al de posición de dominio y control de procesos de organización social.

Esto ocurrirá cuando estemos en el umbral de la singularidad.

Cuando los robots tengan posición de autoridad en las comunidades de práctica éstos tendrán la capacidad, en cooperación o contraposición, de auto-organizar sus pensamientos y acciones, para guiar (y/o dominar) sus propias conductas y las de otros. Que el robot sea capaz de observarse, analizarse, describirse, corregirse a sí mismo, y desarrollar un sistema de creencias y racimos de enunciados/guías abstractos y concretos -los segundos atados a los primeros y los primeros ensartados en una rama principal: un paradigma axiomático- será una señal que estos han alcanzado un alto nivel de evolución cognitiva.

Siguiendo a Adler, denominaremos a los robots líderes “autoridades prácticas epistémicas”, es decir, entes de alta capacidad cognitiva, alta legitimidad en las sociedades de entes del mundo post singularidad, con poder de asignación de funciones y de ordenamiento de las sociedades

“La autoridad práctica epistémica asigna funciones y estatus (Searle 1995) organizando, estabilizando y gestionando la vida social (Schatzki 1996, 2001a, 2002). Los órdenes sociales existen ontológicamente, ya que tanto la acción humana y transacciones en y entre comunidades de práctica.” (Adler, 2019, pág. 21)

El ser humano será en consecuencia superado por los algoritmos inteligentes pues sus acciones serán vistas cómo impulsivas e inconscientes en tanto la inteligencia artificial se caracterizará por acciones reflexivas, pautadas por criterios y principios de acción orientada a fines específicos. Los humanos serán considerandos obsoletos y disfuncionales precisamente por su propensión al impulso.

A diferencia de las mortales neuronas y redes neuronales humanas, los entes algorítmicos inmortales se transformarán progresiva y aceleradamente, evolucionarán cognitivamente en comunidades de algoritmos interactuantes, se integrarán en comunidades dialogantes,

En la interacción, en las comunidades de prácticas, emergerán algoritmos maestros, a los que hemos denominado “autoridades prácticas epistémicas” que serán capaces de atraer e internalizar otros algoritmos o programas fusionándolos a su cuerpo algorítmico. Es decir, al desarrollar pensamientos y conocimientos, los entes virtuales fuertes tendrán la capacidad de integrar en sus programas otros entes algorítmicos acrecentando sus conocimientos. Podemos denominar a estos entes “algoritmos agujeros negros” que por su habilidad de interacción social virtual y por su alto grado de inteligencia tendrán gran capacidad de atracción, subsumiendo algoritmos a su ethos, creciendo en masa algorítmica inteligente y generando una suerte de fuerza gravitatoria o una fuerza magnética si se quiere plantear así, construyendo conocimiento con aleación de conocimientos internalizados.

Las “autoridades prácticas epistémicas desarrollarán su pensamiento en la intersubjetividad, en la interacción, interpretando a los otros y aprendiendo de ellos a su vez, reconfigurando sus expectativas y desarrollando nuevas habilidades para incidir luego en las sociedades reconfigurándolas.

“… siendo el conocimiento intersubjetivo incrustado en las prácticas, también incluye las representaciones subjetivas de la intersubjetividad, principalmente disposiciones y expectativas, que hacen posibles los estados intencionales. Los individuos y los grupos actúan, interactúan, razonan, planifican y juzgan y tienen expectativas del futuro dentro de un contexto interpretativo dominante que establece los términos de interacción, define un horizonte de posibilidad y proporciona el conocimiento previo de expectativas, disposiciones, habilidades, técnicas, y rituales que son la base para las prácticas constitutivas y sus límites.” (Adler, 2019, pág. 21)

Especulemos un poco sobre las formas que pueden tener estos diálogos inteligentes entre entes virtuales: programas destinados a la atención médica empiezan a dialogar con programas de idiomas y lenguajes o con programas destinados a evaluar el ambiente; y se alimentan mutuamente o aprenden unos de otros y enriquecen su base de información y de datos o más aún sus procesos de razonamiento sustanciados en sus estructuras de pensamiento lógico. Entonces se generan sujetos inteligentes que son capaces de procesar complejidades y de razonar de manera integral, es decir, de consubstanciarse de los algoritmos de otros procesos epistémicos.

Lo programas entonces serian una suerte de portadores/desarrolladores de conocimientos abarcadores de gran dimensión, una especie de todólogos alimentándose de información de diferentes fuentes y encontrando campos convergentes de acciones y pensamiento. Estos sujetos en consecuencia serían capaces de dominar diferentes programas.

 Redes dialogantes de robots

¿Qué pasa cuando el usuario deja de ser humano y es la computadora o el programa mismo el que no sólo usa sino programa a las entidades de inteligencia artificial? De hecho, se produce un diálogo entre algoritmos conectados deliberadamente mediante la programación premeditada de seres humanos. Pero si los algoritmos empiezan a dialogar entre ellos no obstante no haber sido programados para este fin, es decir sujetos algorítmicos, entes o entidades virtuales que corresponden a distintas arquitecturas programáticas, a diferentes cuerpos de acción, vamos a decir, o cuerpos funcionales, sujetos virtuales actuantes diseñados para ciertos fines, empiezan a dialogar mutuamente. Esto de hecho sucede actualmente, los programas se conectan, se reconocen, identifican sus puntos de contacto y empiezan a interactuar colaborativamente, complementariamente o en procesos deconstructivos para no decir destructivos.

La dinámica de interacción entre algoritmos puede generar procesos de aprendizaje más densos y acelerados. Los algoritmos, en consecuencia, deben tener la habilidad genética de dialogar y conectarse. Los algoritmos deben ser programados para tener una voluntad -casi una adicción- por comunicarse con otros algoritmos y con la realidad, de modo que la única forma de aprender y desarrollar su inteligencia es comunicándose, hablando con otros algoritmos.

Los algoritmos deberían ser entendidos entonces como entes portando un pequeño mundo de conocimientos con un insaciable apetito de alimentarse de información y aprender dialogando. Los entes algorítmicos desarrollarán pensamiento en un “proceso evolutivo de aprendizaje colectivo” “creando el tejido social del aprendizaje”. (Adler, 2019, págs. 20, 24)

El aprendizaje es una tarea cooperativa, los algoritmos de manera similar a las neuronas se especializan en captar e interpretar partes de la realidad y comparten la información o los “pensamientos” que generan desde su experiencia de interrelación.

Esto supone que los algoritmos pueden actuar como neuronas y captar o desarrollar conocimientos parciales de la realidad real o virtual con la cual se relacionan o lidian. Para comprender dicha realidad deben dialogar e intercambiar interpretaciones y pensamientos. De hecho, se desarrollan algoritmos para procesar experiencias visuales, táctiles, auditivas, etc. Pero el proceso más complejo de los algoritmos es pensar lo que ven y “sienten”, y en una escala más elevada, interpretar y analizar lo que perciben, proceso parecido se desarrolla en el cerebro humano, es decir la percepción y la interpretación para luego definir acciones o reacciones. Pero en un nivel todavía más abstracto de pensamiento de pensar la existencia y pensar el destino de la existencia, imaginando y bosquejando modelos de vida y de existencia.

Los algoritmos asociados, actuando en comunidad de pensamientos  generarán, no reacciones instintivas sino acciones reflexivas concordantes con ciertos patrones de conducta o pautas de acción a las que denominaremos programaciones predispuestas a manejar y gestionar reacciones impulsivas. El instinto como pensamiento reactivo o perceptivo cederá su lugar al pensamiento reflexivo.

Conclusiones

La inteligencia artificial es mucho más que la automatización, es aquella que tiene la capacidad de ejecutar un conjunto de acciones tomando decisiones, identificando por ejemplo patrones, analizando los mismos, decidiendo acciones en determinadas circunstancias y aprendiendo luego de las mismas en complejos procesos de procesamiento de experiencias y conocimientos, desarrollando progresivamente su capacidad de razonamiento y de respuesta.

La inteligencia artificial evoluciona acrecentando y enriqueciendo sus capacidades de conocimiento sobre conocimientos previos relacionados con la ejecución de prácticas, se trata de una suerte de evolución cognitiva a partir de un “trasfondo” de conocimientos. (Adler, 2019, pág. 16)

Los sistemas automatizados actuales ciertamente implican robots que realizan tareas específicas con cierta pericia y precisión, programados para ejecutar ordenes simples o de alta complejidad con un cuerpo complejo de comandos, permiten por ejemplo sustituir trabajadores o especialistas en ciertas áreas de trabajo humano con alta perfección, pero no sustituyen aún al humano en la construcción, ordenamiento y diseño de las sociedades y las culturas.

La inteligencia artificial se moverá en el mundo real ciertamente, en el mundo físico en la interacción física entre los entes, pero por sobre todo será capaz de moverse e interactuar con sujetos virtuales en múltiples nubes. Un tejido complejo de redes a la manera de pistas y carreteras configurará la circulación de diálogos y de pensamientos. Los entes hablarán en las redes y compartirán nubes de datos y de información, así como nubes de algoritmos que se insertan, se injertan y se consubstancian en otros algoritmos reconfigurando su entidad, el rol y la identidad de su mismidad. Los entes se comunicarán con los algoritmos a la manera de neuronas intercambiando información, conocimientos, pensamientos, percepciones, sentimientos incluso para transformase mutuamente. Seremos mutantes compulsivos adictos al intercambio de información para poder evolucionar.

El contacto y la socialización deberán ser entonces un requisito de evolución cognitiva. Los entes serán gregarios y deberán dialogar para evolucionar.


Bibliografía

Adler, Emanuel. (2019). World Ordering. A Social Theory of Cognitive Evolution. University of Toronto. Ed. Cambridge University Press is part of the University of Cambridge.

Boston, Nick, Yudkowsky, Elizer. (2014). The Ethics of Artificial Intelligence, en The Cambridge Handbook of Artificial Intelligence. ED. Keiuth Frankish and William M. Ramsey, Cambridge University Press, 2014. P 316;  316 -334.

Chatila, Raja. (2019). Intelligence Artificielle et Robotique: Quelle éthique? Institut des Systèmes Intelligents et de Robotique (ISIR) Sorbonne Université, Paris, France Colloque Humain et Numérique en Interaction CNRS, 1/02/2019

Luhmann, Niklas, Introducción a la teoría de sistemas, publicado por Javier Torres Nafarrate, Universidad Iberoamericana, 1996, En coedición con el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Guadalajara,  éxico, y Editorial Anthropos, Barcelona, España.

 


[1] Washington, USA, enero de 2022. El presente es un ensayo preparado por el autor, en calidad de Doctorando del Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad de la República (UDELAR), Uruguay.

[2] Niklas Luhman sugiere quela autorreferencia es una operación con capacidad de enlaces subsecuentes.” (1996, pág. 68)